
Un pequeño y viejo puente peatonal, conocido como La Pasarela, cruza en el sur de Mendoza la parte más angosta y correntosa del río Grande. Tras recorrer sus cerca de quince metros entre los dos altos paredones de lava que encajonan el curso, uno siente que atravesó un umbral en el tiempo hacia un mundo perdido, que podría ser anterior a la existencia humana o –como en el cine futurista post hecatombe- de cuando ya nada queda…
Ver la entrada original 1.740 palabras más