Los estímulos. Desde que nacemos, y sin que podamos evitarlo, estamos expuestos a recibirlos, desde todos los ángulos y en todas sus formas. Luces, colores, gestos, palabras…. Nuestro cerebro va recogiendo toda esa información y la va clasificando y archivando en función de diferentes aspectos relacionados con la personalidad. A muchos de esos estímulos no les hacemos ni caso, aparcándolos en el desván de nuestra memoria, sin subir a desempolvarlos, ni una sola vez en nuestra vida. Otros, nos hacen reaccionar, nos enseñan, permanecen durante un tiempo, pero también los dejamos apartados. Sin embargo, algunos, muy pocos, los más privilegiados, los niños mimados de estas provocadoras señales, llegan, se quedan y te acompañan el resto de tu vida porque antes de aterrizar en el cerebro, han traspasado tu piel provocando en ella una reacción incontrolable e involuntaria comúnmente conocida y coloquialmente definida con frases del tipo “pelos de punta” o…
Ver la entrada original 846 palabras más