Si nos paramos a analizar aquellos componentes que forman la identidad nacional nos percataremos de que está integrada por elementos percibidos como propios y como ajenos. Es decir, por lo común y por lo diferente. Esta perspectiva se caracteriza por la aseveración de que lo que da sentido a la existencia, y por tanto, a la identidad son los otros, sin ellos no habría un nosotros y viceversa. Es decir, al formar una identidad estamos excluyendo todas las demás, por ejemplo, si yo me defino como española automáticamente no puedo ser francesa. Para algunos autores, como Miquel Rodrigo Alsina (1997), la identidad no se construye sobre lo mimético sino sobre lo diferente. Con nuestra identidad no solo nos damos sentido a nosotros mismos, sino que se lo damos a los demás: por tanto, establece un cierto sistema de significación, estructura y orden. Al crear un discurso identitario que…
Ver la entrada original 1.090 palabras más