Modernos ha habido siempre. Ya en los 40 les bautizaron como “hipsters”. Y petardas hay de toda la vida, también. Almodóvar, en este estado español nuestro, ha amasado una fortunita aprovechando el tirón del petardeo. Me temo, además, que también son añejas esas especies híbridas de hipstardos y hipstardas que no renuncian a las gafas de pasta ni a los topos blancos sobre fondo rojo, que van con su chaquetita de colores discretos, sus pitillos con vuelta sobre el tobillo y coquetean con la música de Malú.
Tres días llevo con la historia en la cabeza porque tres días es lo que tardan estas cosas en caerse de mi guindo mental. Tres días para llegar a la conclusión de que la afectación, todo tipo de afectación, ha poblado la faz de la tierra desde que el primer primate con dedos prensiles agarró un tizón y se puso a emborronar paredes…
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