La palabra calipigio es una voz griega formada por kallos ‘bello’ y pyge ‘nalgas’, de manera que ya se empieza a entender por qué es una palabra entrañable: nombra unas nalgas «gloriosas, redondas y firmes», como de estatua griega, apunta Ricardo Soca en La fascinante historia de las palabras (Interzona). El periodista uruguayo aporta más datos: «Calipigio, palabra que, inexplicablemente, no figura en los diccionarios más comunes de español, proviene del griego kalipygos, voz usada para designar la famosa estatua de Afrodita, conocida en castellano como Venus Calipigia […]» (imagen de abajo).
Cómo no celebrar palabra tan contundente y necesaria en toda lengua. Y si hay «días internacionales» de cuanto tema inocuo se pueda imaginar, propongo celebrar los días 3 de cada mes como Día de las personas calipigias (al fin que ese 3 resulta un número claramente calipigio). En realidad, se merecen un monumento.